El camino del guerrero:
Mucho tiempo me creí el cuento que pertenecía a esa legión de personas que sentía más allá de la piel, como decía en aquel entonces: "yo soy feliz si los demás son felices". Pero al mismo tiempo sufría y me compadecía por aquellos marginados y víctimas del mundo, "a quienes la alegría les fue negada", -a menudo nostálgicamente explicaba-. Una visión un poco reduccionista viéndolo en contexto.
Pero lo cierto fue que ubicarme desde la polaridad, desde el resentimiento y la injusticia me permitió comprender el mundo que hay por mejorar. Me puso del lado del dolor enseñandome lo denso y complejo que es el odio y la guerra. No obstante, en cierta manera en ese camino también aprendí el lenguaje de la rabia, la venganza y el desamor. Ese que contesta con la misma piedra, que reclama al otro, al sistema y al cielo justicia ante todo. Ese era yo jugando a ser guerrero, a exigir y luchar por lo justo y la felicidad, una suerte de pelea irónica por la Paz, que a la larga es eterna y el aprendizaje lento y muy difícil.
2. El Viaje interior:
Un día cansado de pelear me senté a pensar, y desde la esquina de mi ring los sentidos de la vida me invitaron a meditar. Entendí que si bien el rol del guerrero en contexto es digno, necesario e incluso hasta hermoso, comprender la vida desde ahí, desde un solo lado, un lado adolorido e inconforme no es un buen lugar si se quiere entender y vivir la vida más allá de la guerra.
Me mire al espejo y sentí un gran vacío en mi interior, un vacío que se hizo camino, un camino que hizo laberinto, un laberinto que para andarlo tuve que desnudar mi alma de todo tipo de trajes y máscaras dejándome la más grande desolación del "no ser", de no existir, de igualarme a la nada. Ese viaje a mi interior me marcó de por vida, me mostró lo que no importaba, lo que era fútil y superficial permitiéndome ver en contraste la potencialidad de nuestra existencia, la esencia de todo presente, la sabiduría en el trasfondo de la vida.
3.Viendo la estrellas.
Ese momento oscuro en mi vida me trajo luz, me dio la posibilidad de ver en contraste de los diferentes sentidos y paradigmas de mi vida. Como cuando miras al cielo vacío y negro desde la ciudad pero alejándote, unos minutos más cerca al campo, el mismo cielo tiene estrellas por doquier.
Así más o menos me sentí, las estrellas siempre estuvieron ahí, pero estar tan polarizado, tan teñido de un solo color me impedía ver la inmensidad y complejidad del la vida, del universo.
Ahora entiendo que, haber caminado y tropezado miope cada espacio deshabitado de la utopía esperando de un mundo ideal e irreal, abrió mis pupilas para poder ver maravillas en el mismo cielo negro, para ver las posibilidades en la simpleza del presente, para entender el absurdo de imponer mi voluntad en un mundo diverso, complejo variopinto.
4.Recordando el sentido
Ese momento oscuro en mi vida me trajo luz, me dio la posibilidad de ver en contraste de los diferentes sentidos y paradigmas de mi vida. Como cuando miras al cielo vacío y negro desde la ciudad pero alejándote, unos minutos más cerca al campo, el mismo cielo tiene estrellas por doquier.
Así más o menos me sentí, las estrellas siempre estuvieron ahí, pero estar tan polarizado, tan teñido de un solo color me impedía ver la inmensidad y complejidad del la vida, del universo.
Ahora entiendo que, haber caminado y tropezado miope cada espacio deshabitado de la utopía esperando de un mundo ideal e irreal, abrió mis pupilas para poder ver maravillas en el mismo cielo negro, para ver las posibilidades en la simpleza del presente, para entender el absurdo de imponer mi voluntad en un mundo diverso, complejo variopinto.
5.Volviendo a casa
Todo está articulado, pareciera que no, pero todo lo que vemos y lo que no vemos está articulado. ¿Pero cómo lo olvide? quizás es uno de los errores más frecuentes en la vida, nos concentramos tanto en el mundo, sus partes y divisiones que caminamos con esa sola idea en la cabeza y en línea recta hacia nuestro objetivos, sin considerar las conexiones.
Empecé a notar que la mejor forma de ver esta articulación de la vida es mirando distinto, viendo las cosas de forma lenta y en detalle, mirando hacia afuera pero también cerrando los ojos y mirando hacia adentro.
Poco a poco me di cuenta que avanzaba más así que siguiendo ciegamente mi "mapa del tesoro". Sorprendido me di cuenta que transitaba un camino que se me hacia conocido como si fuera un camino a casa, un mundo habitado por las emociones y los sentimientos más íntimos, un territorio de sabiduría profunda que sin entenderla mucho me brindaba confianza y sosiego. Este camino contemplativo me conectaba sin palabras y sin ideas con todo, aportándome el conocimiento interior necesario para conectarme y articular mi propósito sin imponerlo.
6.El camino de la Paz
Ese lado contemplativo del camino me llevo replantearme muchas cosas en la vida. Y es que comprender que hay una sutil dependencia en todo te lleva a replantearte hasta tu propia vida. Meditar este delicado equilibrio entre todas las partes te invita a ver con otros ojos el sentido del conflicto, el rol del enemigo, el porqué de los problemas. Te lleva a preguntarte: ¿hasta que punto todo tiene sentido?.
Al contrario, ver la cosas desarticuladas, al separar todos los hechos, los problemas parecen ser obstáculos a remover y los adversarios amenazas a eliminar. El camino del guerrero es defensivo, es determinante, circunstancial y claramente se impone para diferenciarse como una parte que lucha por sobrevivir. Pero la guerra nunca será una propuesta ideal o un estado al que una comunidad o persona quiera siempre estar.
Por eso desear la paz es sintonizarse con dicha articulación de la vida. Es conectarse con los otros sentidos más allá de los propios. La Paz es el fluir de personas, de eventos, de energía que permite que la cosas sucedan. El camino de la Paz es camino de la posibilidad, del desarrollo, y del amor.
7.Haciendo las paces
Comprender estas básicas pero profundas enseñanzas en mi vida me llevo a transformar el perfil educador que empecé hace muchos años atrás. Ahora, lejos de comprender la marginación social y la violencia como una afrenta personal y social que demanda una venganza o un ajusticiamiento, lo que veo es la ignorancia cultural de toda la sociedad, que avanza en proceso complejo pero constante y que debe atenderse desde muchos espacios. Pero más que señalar culpables, más que preferir modelos políticos o inscribirme en ideologías específicas, es necesario favorecer la formación de sujetos críticos y reflexivos, sensibles y compasivos que continúen la búsqueda de conocimientos y valores acordes con mejores tiempos que jalen ese desarrollo hacia siempre un futuro mejor.
El reto de estos tiempos ya no es la victoria impuesta de los unos contra los otros. El desafío actual esta en el fortalecimiento de una cultura de respeto y convivencia que reconozca la potencialidad del conflicto como motor de transformación y desarrollo. Siempre en consideración de la dignidad humana y en armonía de esta tierra que habitamos y compartimos la vida.
Este ya no es el periodo donde la ley sostiene una tensa paz entre los humanos, sino que es el mismo sincero deseo de bienestar común, el garante de esa paz que tanto necesitamos.